«Quizá mejor que decirla fuera pintarla, la selva de Esmelle, que cae a mano derecha viniendo a este reino por la banda de León. El camino que yo llevé hasta el campo de las Colmenas se adentra subiendo vuelta a vuelta por la fraga del Eirís, que es tan espesa: el camino va por la orilla del río, y cuando gana el llano, donde llaman Paradas, se mete por entre charcos lodaneros hasta donde dicen Fontigo, que es una puente baja de madera, en la que es muy sabroso oír el trote corto de los caballos de los viajeros que van y vienen, camino de Belvis.
Los molinos del Fontigo son ahora dos morenas de piedra negra, en las que la hiedra prende y crece, pero yo recuerdo todavía los días en que molían el trigo vallino y el centeno montañés, y había manzanos a lo largo de las presas: el viento tiraba manzanas al agua, y siempre había una docena, verdes o coloradas, bailando en la espuma, gorda y amarillenta, junto a la reja del canal.
Siempre ventea en la robleda de Mourás, tan tenebrosa, y el camino tiene prisa en pasarla y en llegar a la abierta campiña de Miranda, a la descubierta de las anchas sementeras, a los barbechos que huelgan las colinas antiguas, a los pastos del Rey…Desde Miranda se ve Esmelle todo alrededor, el castillo de Belvis, la fraga de la Sierpe, la laguna de los Cabos, y de día, casi al pie de la puerta, el humo de las herrerías del Villar.»
Merlín y familia, Álvaro Cunqueiro
Con esta hermosa descripción de un país de fantasía comienza la novela de Cunqueiro que originalmente fue escrita en gallego.
Creemos que esta muestra puede servir como invitación a la lectura del conjunto de narraciones fantásticas que su autor publicó en 1955 bajo el título de Merlín y familia.
La localización de la tierra imaginaria situada en alguna parte de Miranda, dicen los estudiosos de Cunqueiro, está cercana a Mondoñedo.