Mal de piedras es una novela de Milena Agus.
Esta genovesa descendiente de sardos, nos cuenta en su obra, una hermosa historia de amor y también de su carencia.
De la autora, profesora en Cagliari, enseguida nos damos cuenta que escribe sobre las cosas que conoce y ama, descubrimos desde las primeras líneas su intención, y algo más importante, que está muy cerca de lo que nos cuenta.
La novela se desarrolla gracias al concurso de una tercera persona interpuesta, como es su nieta; a través de ésta se nos cuenta la vida de la abuela de la narradora.
La nieta adoraba a su abuela, recuerda su pelo, su belleza y su decisión en una sociedad que esperaba otra cosa de ella, por lo que en consecuencia empezarán a decir que está loca.
En cuanto se va progresando en la lectura de Mal de piedras, se cae en la tentación de suponer que es una novela autobiográfica, pero no.
En la novela aparece Cerdeña, la tierra natal de su madre, como un lugar mítico, y nos la presenta como si fuera un personaje más. La tierra tiene fuerza, actúa sobre los personajes, en todo caso nos hace querer a la isla con sencillez y como entre sueños, de la misma manera que nos habla de la Abuela y del Veterano.
Nos cuenta Milena Agus una historia tan sencilla, diríamos que casi cotidiana, pero que está aderezada con la ternura e ingenuidad de Abuela que nos transporta a su universo particular, y en el que nos sentimos tan a gusto a lo largo de la novela que se nos hace corta tal vez.
Se propone contarnos y, lo consigue, cómo es la vida interior de las personas que aparecen en la novela.
En definitiva con Mal de piedras, las complicadas vueltas que da el amor, nos llevan al final a la consecución de la felicidad con Abuela, en un final inédito e inesperado.
Una buena novela para leer en un buen tiempo de verano, o de invierno, porque la novela es de todas las estaciones.