“…La habitación era cuadrada, o rectangular, u oblonga, o quizás fuese oblongamente rectangular, oblongamente cuadrada, rectangularmente ovalada, elípticamente cuadrada, no sé, quien sabe. La habitación, quizás, era cada día de una forma. Cada tarde, cada noche, cuando la lluvia azul de sus paredes descendía como un lento desangramiento atardecido, como una humedad del tiempo más que del aire, como un llanto de las cenefas o una respiración de los espejos.
La habitación tenía una atmósfera azul, en todo caso, pero bien sabíamos que el revés de aquél azul era un sepia, un sepia quemado, un sepia de recuerdo, magnesio y olvido. Digamos que la voluntad de la habitación era azul, que la habitación tenía una voluntad de azul, o una voluntad azul, más sencillamente, pero de vez en cuando quedaba traicionada por el sepia, le salían del fondo de los armarios y de los cajones, y de debajo de las mesas y de las alfombras, y por detrás de los espejos y de los cuadros y de las fotografías, unos rebordes sepia, unas cenefas, unos zócalos tristes. Como una mujer que se viste de azul y de pronto sonríe y le vemos un diente de metal. El azul era nuestra fe en la vida y el sepia era la verdad de la vida, el color triste y antiguo que se iría comiendo los azules, el fuego tibio y soso que va empalideciendo las cosas, pero todavía éramos lo suficientemente jóvenes como para no ver o no querer ver el sepia, como para dejar que nuestras almas -barbos líricos- nadasen en las aguas azules de la habitación azul. Tenía, si, la habitación, retratos solemnes, espejos con vida, muebles reverentes, mesas autoritarias, todo del color hondo de la madera con memoria, pero todo bañado en el añil ideal, voluntario y mojado de aquellos días. Hasta que por cualquier resquicio asomaba el sepia triste, un sepia de ratas, olvidos, pobreza o pasado…”
«Las Ninfas» Francisco Umbral
Con esta descripción, Francisco Umbral nos transporta a una época ominosa de la historia de España. Nos habla de unas vidas muy truncadas y angustiadas, con las esperanzas puestas en la llegada de un mundo mejor. Se percibe la sofocante atmósfera que rodea a los personajes. Es una descripción en la que el autor consigue rodearnos de la inseguridad y la desconfianza nada más al comenzar su lectura.