Hace algo más de un año leía la colaboración semanal de Javier Marías en un períodico de tirada nacional. En ésta venía a lamentarse, muy acertadamente en mi opinión, de que « …no hay plan de estudios que no procure borrar, suprimir, aniquilar el pasado…»
Más adelante venía a decir, que los españoles leemos poco a nuestros autores muertos, algo que no se puede entender, ni se da en el resto de los paises europeos. Solamente leemos a los vivos e incluso así no mucho.
Una vez más y al estilo de las antologías que nos hacían leer en el colegio para despertar nuestro hambre de conocimiento literario, presento una nueva y hermosa descripción literaria de uno de nuestros mejores autores vivos. Vaya pues:
Correr en las mañanas por el Malecón de Barranco, cuando la humedad de la noche todavía impregna el aire y tiene a las veredas resbaladizas y brillosas, es una buena manera de comenzar el día. El cielo está gris, aun en el verano, pues el sol jamás aparece sobre el barrio antes de las diez, y la neblina imprecisa la frontera de las cosas, el perfil de las gaviotas, el alcatraz que cruza volando la quebradiza línea del acantilado. El mar se ve plomizo, verde oscuro, humeante, encabritado, con manchas de espuma y olas que avanzan guardando la misma distancia hacia la playa. A veces, una barquita de pescadores zangolotea entre los tumbos; a veces, un golpe de viento aparta las nubes y asoman a lo lejos La Punta y las islas terrosas de San Lorenzo y el Frontón. Es un paisaje bello, a condición de centrar la mirada en los elementos y en los pájaros. Porque lo que ha hecho el hombre, en cambio, es feo. Son feas estas casas, imitaciones de imitaciones, a las que el miedo asfixia de rejas, muros, sirenas y reflectores. Las antenas de la televisión forman un bosque espectral. Son feas estas basuras que se acumulan detrás del bordillo del Malecón y se desparraman por el acantilado…
Historia de Mayta, Mario Vargas Llosa
http://elpais.com/elpais/2016/01/13/eps/1452701412_215868.html