Estaba siendo una extraña wesr1 en el segundo planeta de la ecosfera formada por el sistema binario de Cisne 61 A y Cisne 61 B.
No hacía falta adentrarse mucho en el territorio de este planeta, para sumergirse entre los extraños árboles de hojas perennes, anchas, largas, arrugadas, ásperas al tacto y tendidas hacia el suelo, de entre las que se elevaban varios tallos desnudos que llevan flores amarillas en forma de quitacisne2, muy sabrosas al paladar de los ramoneadores de hojas. Prácticamente únicos habitantes salvajes de aquellas vastas extensiones.
Cuando llegaba wesr, estación del año que, astronómicamente, comenzaba en el equinoccio del mismo nombre y terminaba en el solsticio de aestivum3, era el tiempo en que aquellos extraños ramoneadores se podían divisar. A pesar de su poderío y vigor inspiraban en el observador una cierta predisposición a una risa sin maldad, inocente se diría, a causa de su desgarbado aspecto.
Para los habitantes del segundo planeta, solo había dos estaciones: wesr algo corta y aestivun muy larga. Estos, en consonancia con una de las estaciones, decían llamarse wesrianos porque fueron sus primeros pobladores, y eran de carácter simple, cándido y fáciles de engañar, al igual que a los ramoneadores que se ha mencionado antes.
Todos los wesrianos nacían sin posibilidades de desviarse, más allá de media docena de fechas, al principio del equinoccio. A causa de nacer en una época templada del larguísimo año del segundo planeta —tardaba 1027 amaneceres de Cisne 61 A en dar una vuelta alrededor del centro de gravedad del sistema binario—, el tiempo de la edad de estos se nombraba por la estación, y se solía decir que cumplían tantos wers. Cuando llegaban al desarrollo de su mayor vigor y hermosura, era obligado ir a cazar a los ramoneadores que se desplazaban a las zonas de penumbra de la mitad austral del planeta. Esta antigua actividad que formaba parte de sus tradiciones, había dado lugar al nacimiento de leyendas, las cuales aseguraban que el planeta se fue descubriendo gracias a viajar en pos de los ramoneadores.
Cuando alcanzaban su objetivo principal, es decir, dar caza o alcance a un ramoneador, ya en el hemisferio austral, no acababan con su existencia, pues no concebían el hecho de acabar con las formas de vida superiores, sino que lo retenían para tejer sobre su cuerpo una especie de trenzado o red sembrada y matizada de flores de varios colores. Al observar a los ramoneadores revestidos con esta cosa tan vistosa y variada de hermoso colorido sobre su desgarbada figura, comenzaban varios días durante los que se producía una catarsis de la risa entre los wesrianos, que acababa con la huida avergonzada del ramoneador apresado, que cansado de esperar pacientemente a que se callaran de una vez, al no conseguirlo, se decidía a marchar con lo que acababan las risas y regresaban a la zona boreal del planeta.
Pero como se ha dicho estaba sucediéndose una extraña wers, al parecer debido a que Cisne 61 B que habitualmente iluminaba el hemisferio austral, había sufrido una «vibración», alteración acusada por la explosión de una supernova cercana, provocando una recesión, lo que le impedía mostrarse en el hemisferio austral —como era habitual— a la misma hora que Cisne 61 A, con lo que los habitantes de las zonas ecuatoriales del planeta tenían dos amaneceres y dos atardeceres consecutivos, todo lo cual además de afectar gravemente a las formas de vida inferiores, que eran la base de las superiores, estaba provocando desarreglos en las temperaturas y un caos entre altas y bajas presiones que habían comenzado a provocar considerables tempestades.
Por todo esto, los habitantes del segundo planeta andaban muy preocupados y estaban empezando a creer que el fin del mundo estaba próximo y sin remedio, pero seguían con su candor y felicidad acostumbrada, no obstante, sin ocuparse en el asunto demasiado.
1 nombre dado a la estación semejante a la primavera en el segundo planeta
2 especie de paraguas o sombrilla usado para resguardarse especialmente de Cisne A, o Cisne B, según la estación
3 ídem a la estación semejante al verano en el segundo planeta
Está chulo, es un poco crítica a la situación climática actual…
A seguir escribiendo!!
Gracias. Efectivamente además de un entretenimiento que roza un poco el relato de ciencia-ficción, sirve para hacer tmbién de crítica, como tú dices, a la situación actual.
En el tercer planeta en distancia a la estrella Sol, concretamente en algunos territorios, se les dice wesrlianos (digo primaveras), coloquialmente a las personas simples, cándidas o fáciles de engañar. Los terrestres son unos primaveras al creer lo que dicen algunos postulados de la técnica, que el cambio climático se frenará con el uso de nuevas tecnologías que aparecerán dentro de poco.
No quieren los terrestres aceptar que el único freno al cambio climático en su planeta, está en el cambio de sus hábitos.
Por contra los habitantes del planeta que gira en torno al sistema binario de estrellas de la constelación del Cisne, poco pueden hacer para evitar lo que se les viene encima, pues a causa de la explosión de la supernova, no saben que el centro de gravedad del sistema binario, se ha desplazado, y dentro de unos miles de años, su planeta se precipitará contra Cisne 61 A.
Gracias por leer