Alguien va a ser el villano
El antagonista principal de Caminos cruzados no lo es por ser una mala persona desde su nacimiento. Ni mucho menos.
Este antagonista, Luis Ramond Marcheli, (a) el Holandés es el personaje a quien le ha tocado el papel del villano infame, abyecto, traidor y sinvergüenza.
A lo largo de la lectura de Caminos cruzados se le llega a aborrecer y no es de extrañar; incluso a mí me pasó lo mismo conforme iba adentrándome en su vida, pero la culpa es solo mía, yo se la inventé.
Es un personaje ficticio que está inspirado para que, entre otras cosas, sea el padre de un personaje real que aparece en la segunda parte del libro, Gerardo Marcheli.
Aunque en los textos aparece el apellido como Marcheli, es en realidad una corrupción de Margeli, pero preferí no tergiversar los datos llegados del s. XVIII.
El apellido es poco frecuente, pero Luis Ramond, pertenecía a una rama secundaria de la familia cuya casa principal ya se encontraba, allá por 1663, en Saint Martin de Lamballe una ciudad que fue antiguo priorato perteneciente a la Abadía de Marmoutiers, en Bretaña, y concretamente en la costa de Armorica.
La rama secundaria de la familia de Luis Ramond al sentirse apartada de una herencia familiar, entró en conflicto con la otra parte, lo que provocó que tuvieran que emigrar a Normandía, y de aquí en un penoso éxodo siempre perseguidos por la escasez y el hambre, a través de Somme y Pas de Calais, llegaron a los Países Bajos, lugar en el que nuestro antagonista sufrió desprecios y privaciones. Poco a poco consiguió hacerse un lugar entre medio de los ladrones y oportunistas; jugador ventajista y estafador ocasional que gracias al empeño y el amor de la que llegó a ser su mujer, pudo redimirse.
La novela nos enseña, que lejos de ella, Luis Ramond volvió a recaer.
Elevo desde aquí un mea culpa por lo mal que he tratado a este personaje, al no tener en cuenta que las circunstancias de la vida le convirtieron en lo que fue.
No obstante, alguien tenía que ser el villano.
Vaya, interesante historia menuda. Simpático asunto el del mea culpa.
Saludo Antonio.
Me parecía que le debía al Holandés una excusa por lo mal que lo traté en la novela. Sé que él no va a interponerme ninguna queja, pero a través de este breve texto agradecerá que le redima algo, ya que como va a ser toda su vida el villano, al menos tenga unos minutos de misericordia.
Gracias por leerme. Te animo a que difundas entre tus contactos la existencia de este blog y su variada oferta.
Saludos.