Vidas Paralelas (Alejandro y César)

Cuando yo era bachiller allá por mi adolescencia, recuerdo ejercicios de análisis literario en los que a menudo solían aparecer textos de Vidas Paralelas, por lo que tuve ocasión de conocer esa obra en parte; después paso el tiempo y nunca leí a Plutarco.

Como siempre me había quedado ese runrún, esa especie de susurro, muy de cuando en cuando, muy de lustros en lustros al oír hablar de Plutarco a algún escritor, o periodista, o al encontrarlo como cita o como referencia, volvía a sentir necesidad de leer alguna biografía.

Hoy ha llegado a mis manos un ejemplar en el que se recoge una de las 23 parejas de que se compone Vidas Paralelas que Plutarco escribió allá por el siglo I.

Editado en 1970 por Salvat Editores, la introducción es de Eduardo Valentí Fiol y el prólogo y notas de Carles Riba, ambos dos, filólogos, humanistas, escritores, Eduardo docente en la Universidad de Barcelona, y Carles traductor de los clásicos además de poeta; ambos coetáneos, uno murió en 1959 y otro en 1971.

Dice Eduardo en la introducción que: “…los clásicos no envejecen, pero sus traducciones si; es decir, la versión hecha para una época determinada no sirve para tiempos posteriores…” “…La razón de este hecho es muy simple: los clásicos encierran una gran variedad de valores y, de entre éstos, cada época atiende sólo a unos pocos, que pueden muy bien ser distintos de los que en otras épocas interesaban…”

Dice Carles en el prólogo, que Beocia la región en la que se situaba Queronea, cuna de Plutarco, fue una región en la que en más de una ocasión se decidió la suerte de toda Grecia, que allí contra bárbaros o entre griegos triunfó o sucumbió la idea de libertad, estuvo en el tablero el concepto de lo helénico y de lo humano, dice también con un lenguaje no falto de poesía: “…Abundaban en el país los oráculos, centros de unidad. En una garganta del Parnaso, en Delfos, a poniente de Queronea, profetizaba Apolo, dios de la luz, por boca de la turbada Pitia. Los beocios tenían fama de zafios. El aire que respiraban no era ciertamente el diáfano y leve de Atenas…”

Alejandro y César forman parte de una colección de biografías de las que se conservan cuarenta y ocho, que llegaron a conocerse con el subtítulo de Vidas Paralelas. En estas biografías Plutarco comparaba a un personaje griego con un personaje romano, por lo general en igualdad de condiciones, aunque a veces suele manifestar una querencia por presentar a sus compatriotas griegos como mejores.

Presenta el carácter moral de los personajes, fijándose menos por lo general en lo anecdótico o en lo político de sus vidas, que suele presentarlo como ejemplo.

En el caso de Alejandro y César, se nos presenta la vida de éstos como algo, a los ojos del hombre de hoy, perteneciente a una época dorada, o áurea, en la que los humanos eran de una manera muy distinta a la actual, con un concepto muy distinto de la ética del que hoy se tiene, y con un saber estar muy distinto, en el lugar que el hombre como persona ocupaba en la naturaleza y ocupa hoy, aun siendo aquellos de carne y hueso, reales, como los actuales en el sentido más amplio posible de la palabra.

…Cuando ya había aplicado y repartido se puede decir todos los bienes de la corona, le preguntó Perdicas: “¿Y para ti, ¡oh rey!, que es lo que dejas?” Como le contestase que las esperanzas, “¿Pues y nosotros repuso no participaremos también en ellas los que hemos de acompañarte en la guerra?…

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Vidas Paralelas, Plutarco, Crítica de libros en libros y novelas www.librosynovelas.es

Plutarco

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