Este año, me he dedicado mayormente en mis lecturas, a libros que desde hace tiempo esperaban su turno, y al fin he empezado a saldar cuentas con uno de mis escritores preferidos, me refiero a Ramón José Sender.
Me daba vergüenza reconocer que no había leído su primera novela, Imán, y ya lo he hecho.
Conocí hace muchos años el estilo de Sender leyendo Tánit, la primera novela que llegó de este autor a mi biblioteca y que conservo, es una edición que compré en1976, después vinieron otros títulos como Crónica del alba y una extraña novela, o así me lo pareció en su momento Mr. Witt en el cantón, novela histórica con la que ganó en 1935 el Premio Nacional de Narrativa —se me hizo extraña la novela aunque la leí casi de un tirón, me enganchó bien, y es que no había leído Imán—,o al menos no me lo podía esperar en aquel momento en el que había conocido a Sender bajo otros registros, por ejemplo en Tánit cuya protagonista bien pudiera descender de la diosa fenicia, aunque la acción transcurría en Paris y Nueva York. Hasta entonces siempre me dejaba un poso y un regusto por leer más cosas suyas; más adelante tuve, como no, la suerte de leer Requiem por un campesino español, novela que he vuelto a releer un par de veces. Se ha escrito mucho sobre esta obra y cualquier cosa que yo pudiera decir de ella aquí, no habría de aportar nada nuevo cuando tantas cosas y tan buenas se han escrito sobre ella.
Pasó un tiempo muy largo hasta que volví a tener alguna de sus obras, así leí La muñeca en la vitrina, o La orestiada de los pingüinos, y de nuevo llegó una sequía de leer a uno de mis autores preferidos, ¿la razón para eso? No sé, la vida, el tiempo que pasa y que corre…
Heredé se puede decir, parte de la biblioteca de un familiar, fue una herencia en la que pude elegir qué títulos me llevaba y cuáles no. Me hubiera gustado recoger todos los libros, pero con mi elección salvé a unos, y a otros los condené muy a mi pesar al contenedor de papel y cartón ¿qué muerte habrán llevado? No sé, tal vez entre mis libros actuales, palpite el papel reciclado de alguno de aquellos que no pude indultar.
En aquella expurgación de libros, traje al amor de mi biblioteca varios títulos y entre ellos tuve la suerte y la sorpresa de encontrar cómo no, a Sender, así llegó Imán hasta mi casa, junto con dos tomos de Solanar y lucernario aragonés, también El extraño caso del señor Photynos, El fugitivo, y Las tres sorores. Las he podido leer todas a excepción de: El extraño caso del señor Photynos
Otro día hablaré de estas novelas que aquí relaciono de Sender, a quien considero mi maestro desde hace algún tiempo, de momento tengo entre las manos La noche de las cien cabezas,
Hay mucho que decir de esta novela publicada en 1934, pero eso será cuando termine de leerla.