«En la carretera de la costa, en el trayecto de Gijón a Avilés, casi a mitad de camino, entre ambas florecientes villas, se detuvo el coche de carrera, al salir del bosque de la Voz, en la estrechez de una vega muy pintoresca, mullida con infinita hojarasca de castaños y robles, pinos y nogales, con los naturales tapices de la honda pradería de terciopelo verde oscuro, que desciende hasta refrescar sus lindes en un arroyo que busca de prisa y alborotando el cauce del Aboño. Era una tarde de agosto, muy calurosa aun en Asturias; pero allí mitigaba la fiebre que difundía el ambiente una dulce brisa que se colaba por la angostura del valle, entrando como tamizada por entre ramas gárrulas e inquietas del robledal espeso de la Voz que da sombra a la carretera en un buen trecho.
Al detenerse el destartalado vehículo, como amodorrado bajo cien capas de polvo, los viajeros del interior, que dormitaban cabeceando, no despertaron siquiera. Del cupé saltó, como pudo, y no con pies ligeros ni piernas firmes, un hombre flaco, de color de aceituna, todo huesos mal avenidos, de barba rala, a la que el polvo daba apariencias de cana, vestido con un terno claro, de verano, traje de buena tela, cortado en París, y que no le sentaba bien al pobre indiano, cargado de dinero y con el hígado hecho trizas.»
Esta hermosa y pintoresca descripción pertenece al cuento Boroña recogido en Cuentos morales de Leopoldo García-Alas Ureña, apodado Clarín (1852-1901) autor de la conocidísima novela La regenta.
Probablemente su faceta más desconocida es la de cultivador del género de la novela corta y los cuentos.
Cuentos morales es una colección de veintiocho relatos de tono diverso, satíricos, simbólicos, oníricos, y otros en los que domina la ternura como en este de Boroña o el lirismo en otros. A pesar de llamarse morales, no se encuentra en ellos ningún juicio de valor, y es el lector el que puede extraerlos.
Vaya pues con esta descripción de arriba una invitación a gozar de la lectura de Cuentos morales.
¡Hola Antonio!
He conocido tu blog a través de la iniciativa de twitter, por lo que además de seguirte por allí empiezo a seguir también tu blog :)
Te dejo el mío por aquí por si quieres pasarte también A La Sombra Del Arciano :)
Un saludo, ¡Nos leemos a la sombra!
Muchas gracias Alba y no dudes de que voy a empezar a seguir tu blog. Ayer creo que fue cuando le eché un vistazo muy rápido y quedé, conmigo mismo, en volver.
¡Otro saludo para tí y gracias de nuevo!