«…Bajaron a la lancha. Las muchachas se arremangaban las faldas y asentaban los pies cuidadosamente en los escalones de piedra del vetusto muelle, cubiertos de un musgo marino vede y lacio que rezumaba bajo los pies. Los dos hombres extendieron sus manos a las recelosas. Dina se apoyó en Carlos para saltar al bote. Le rozó con su busto arrogante, y un momento percibió él fuertemente el aroma del cuerpo joven y de los cabellos negrísimos, que triunfaba del fuerte olor del mar. Saltó el último y quedó un instante de pie, vacilando. Dina se apretó contra su compañera, para ofrecerle asiento. Los marineros apartaron la lancha suavemente de tierra y se sentaron después a remar. El muelle se fue alejando muy despacio.
Toda la mañana era luz. En el mar azulado, plano y silencioso, se encendían y se apagaban unas lentejuelas brillantes. Toda la ría era un lago enorme; en la playa unas olitas diminutas hacían un leve ruido de sedas desdobladas; por encima del muelle, caduco y denegrido, asomaba el palo de una dorna, moviéndose apenas en un vaivén. Luego, tras el muelle, las románticas murallas viejas de la ciudad extendían su ancha faja de color de sepia, en la que los jaramagos y la hiedra ponían cándidas pinceladas de verdor. Las boyas luminosas, de vientre enorme, inmóviles en mitad de la ría, sustentaban sus lucecitas rojas y verdes, que no brillaban, vencidas por aquella invasión de sol. Y, al otro lado, en la orilla opuesta, iba fundiéndose la débil neblina de la mañana, y se mostraban los montes lejanos con la mancha obscura de los pinares y las casitas blancas diseminadas, una aquí, otra acullá…
Había en todo una mansa sensación de felicidad, de contento. Durante unos minutos no se habló en la lancha. Se oía rechinar los remos en la madera desgastada de la borda, y el ruidillo de la proa hendiendo el mar…»
La procesión de los días. Wenceslao Fernández Florez https://bit.ly/2DXV3m0
El éxito de Wenceslao en su narrativa, como se puede disfrutar en este breve texto de más arriba, es en mi opinión debido a su estilo naturalista.
Publicó muchas narraciones y novelas cortas entre las que destacan La procesión de los días que hoy traemos aquí
Otras que merece la pena destacar entre muchas, son Volvoreta, El malvado Carabel y por supuesto El bosque animado; esta última de obligada lectura. En este mismo blog, se puede obtener una breve muestra de esta novela https://www.librosynovelas.es/el-bosque-animado/
En el bosque animado se resumen todas las memorias de su Galicia natal, pero vayamos poco a poco. Vaya hoy por delante la recomendación de leer: La procesión de los días.