El corazón de las tinieblas fue escrita por Joseph Conrad entre 1898 y 1899, mucho ha llovido desde entonces, pero aún sigue hoy vigente, como una de las obras de la literatura universal merecedoras de seguir en lo más alto, y no por un capricho del destino, si no porque son muchos quiénes se acercan hasta la obra de Conrad.
Como viene siendo costumbre releo El corazón de las tinieblas y lejos del rechazo, vuelvo a sentirme atraido por esta obra. A través de sus líneas, uno saluda de nuevo a Marlow, el capitán inglés de barco, personaje que aparece en muchas obras conradianas.
Gracias a Marlow, el autor utiliza la técnica de la narración dentro de la narración, con lo cual Joseph Conrad se sitúa al margen de la acción y parece declinar la responsabilidad de lo que escribe, en este caso es a Marlow a quien corresponde cargar con tal encargo. Conrad revive acontecimientos de su vida y, a través de Marlow los presenta como auténticos agrandándolos y clarificándolos, gracias a la distancia en el tiempo.
El corazón de las tinieblas está desarrollada en el Congo, aquí se reflejan las impresiones africanas de un hombre tan sensible como Conrad. Digamos brevemente que en esta narración hay un protagonista, Marlow y, su antagonista Kurtz.
Comienza como la crónica de un viaje que Marlow lleva a cabo, al mando de su pequeño vapor, por el río Congo para relevar a un agente comercial del interior que se encuentra gravemente enfermo. Marlow llega hasta Kurtz pero sufre una, de algún modo, derrota frente a él, pues Marlow en realidad encuentra a la selva y, no a Kurtz, quien ha sido hechizado por la misma. Kurtz es la fusión de las tinieblas con la oscuridad del interior del ser humano.
Esta es una de las cien obras que una persona debería leer antes de morir, otro día expondré la lista de las otras noventa y nueve.
Como curiosidad he de decir que en mi opinión, la película La reina de África, aquella dirigida por John Huston en 1951 basada en la novela homónima de 1935 escrita por C.S. Forester, e interpretada, entre otros por Humphrey Bogart y Katharine Hepburn, parecería que al mismo Forester, El corazón de las tinieblas le sirvió para inspirarle , pero esta es una modesta opinión.